Los Grandes Aposentos del Rey constituyen uno de los recorridos imprescindibles de toda visita al Palacio de Versalles. Se dividen en tres partes: el Gran Aposento del Rey, la Galería de los Espejos y el Aposento del Rey.
Cada una de estas partes y de sus salas tenía un papel muy específico dentro de la representación del poder real.
Bajo el reinado de Luis XIV, la vida cotidiana del rey se convierte en una representación constante. Ya no hay lugar para lo imprevisto : cada minuto y cada gesto del rey están regulados por la Etiqueta. El Palacio de Versalles se transforma entonces en el escenario de esta gran puesta en escena.
Para encarnar esta majestuosidad, se crearon para el rey unos aposentos de aparato dispuestos en fila, conocidos como el Gran Aposento del Rey. Está compuesto por siete salones, cada uno con el nombre de una divinidad romana. Ricamente decorados, cada salón representa con su iconografía a la divinidad correspondiente. Durante el día, estos salones estaban abiertos a todos. También se usaban para las “recepciones”, veladas organizadas para la corte que se celebraban, por lo general, tres veces por semana.
Este Gran Aposento se completó con la construcción de la Gran Galería, que reúne el Salón de la Guerra, la Galería de los Espejos y el Salón de la Paz.
Desde la Galería de los Espejos se accede al último conjunto de salas que forman los Grandes Aposentos : el Aposento del Rey. Una vez atraviesas la antesala del “Œil-de-bœuf” (el ojo de buey), descubres una nueva sucesión de estancias, cada una con una función claramente definida : una sala de guardia, dos antesalas, la cámara del rey y un gabinete.
El acceso a estas salas seguía un orden jerárquico muy estricto, siempre regulado por la Etiqueta.
¡Prepárate para sumergirte en un mundo de poder, protocolo y esplendor absoluto!