A pesar de las instrucciones de sus padres, Delphine y Marinette prefieren jugar con su nuevo bote de pintura antes que ir a trabajar al campo.
Pero, catastróficamente, los animales utilizados como modelos, una vez pintados, se metamorfosean, como calcomanías de los cuadros.
El caballo es diminuto, el burro sólo tiene dos patas y los bueyes blancos sólo existen por sus cuernos.
Basada en el delicioso texto de Marcel Aymé, esta ópera infantil se disfruta sin una sola nota falsa: una delicada composición de Isabelle Aboulker para piano y dos voces líricas (mezzo-contralto y barítono),
una minuciosa interpretación musical y teatral, una dirección de escena que sirve al tema con agudeza, elegancia y humor, hasta la escenografía que juega la carta de la sencillez en su ilustración plástica.
Una visión del mundo poética y divertida.