Fue sin duda para sortear el reto del cuarteto de cuerda, que Brahms ya contemplaba en 1860, por lo que el compositor otorgó en dos ocasiones sus cartas de nobleza al pariente pobre de la música de cámara, el sexteto de cuerda.
Fue sin duda para eludir el reto del cuarteto de cuerda, sobre el que se cernía la intimidante figura de Beethoven para un Brahms de 27 años en 1860, por lo que el compositor dio dos veces al pariente pobre de la música de cámara, el sexteto de cuerda, sus cartas de nobleza.
Compuestos respectivamente en 1860 y 1864, los dos sextetos de Brahms atestiguan la novedad del discurso brahmsiano en el paisaje musical europeo, en particular por su refinamiento polifónico. Mientras que el primero, Op. 18, irradia frescura y espontaneidad y sigue los pasos del clasicismo vienés -Haydn y Beethoven- en una forma de renovación del concerto grosso, la composición del segundo (Op. 36) está ligada a la ruptura con Agathe von Siebold (cuyo nombre de pila proporciona uno de los temas del primer movimiento), la obra testimonia el florecimiento del estilo y de la sensibilidad del compositor.
Estas páginas, aparentemente tan discretas y encantadoras, abren la puerta al Romanticismo tardío.
Con Emmanuelle Bertrand, violonchelo, Aurélia Souvignet-Kowalski, viola y el Quatuor Parisii.
Programa:
Brahms: los dos sextetos para cuerda op. 18 y op. 36