Cuando Mozart, que entonces tenía 28 años, dio los últimos toques a su Quinteto K.452 para piano, oboe, clarinete, trompa y fagot en marzo de 1784, era consciente de que había logrado una gran primicia histórica.
Cuando Mozart, que entonces tenía 28 años, dio los últimos toques a su Quinteto K.452 para piano, oboe, clarinete, trompa y fagot en marzo de 1784, era consciente de que había logrado una gran primicia histórica. Escribió a su padre: "Lo considero lo mejor que he escrito en mi vida. ¡Cómo me gustaría que la hubieras escuchado! A la vez refinada música de cámara, entretenimiento aristocrático y ejemplo perfecto de diálogo concertante, es sin duda un logro que ningún otro compositor ha igualado.
Moussorgsky solía componer lenta y laboriosamente, y rara vez terminaba sus piezas. Pero cuando, en 1874, decidió transcribir en música las emociones que sentía ante los cuadros de su amigo fallecido, el pintor Viktor Hartmann, expuestos en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo, tardó sólo 3 semanas en escribir Cuadros de una exposición: «Por el momento creo que es un éxito».
Ravel, por su parte, juzgó severamente su Pavane pour une infante défunte, compuesta en 1899, a los 24 años, mientras estudiaba composición con Fauré en el Conservatorio de París. A propósito de esta Pavane, obra suave y melancólica de gran fuerza expresiva -y que fue muy bien acogida por el público-, Ravel declaró: «Veo muy claramente sus defectos: la influencia de Chabrier, demasiado evidente, y la forma más bien pobre». La notable interpretación de esta obra incompleta y poco aventurada contribuyó mucho, creo, a su éxito".
Con Ensemble Ouranos, quinteto de viento (Mathilde Calderini, flauta Amaury Viduvier, clarinete Philibert Perrine, oboe Rafael Angster, fagot Nicolas Ramez, trompa) y Tanguy de Williencourt, piano.
Programa:
Mozart: Obertura de La flauta mágica
Ravel: Pavana para una infanta muerta
Mozart: Quinteto para piano y vientos
Mussorgsky: Cuadros de una exposición